La situación de Andrés empeora cuando recibe la visita de don Pedro en prisión. El joven está devastado, atrapado en un profundo sufrimiento, ya que se encuentra acusado injustamente de asesinar a Víctor. No sabe cómo probar su inocencia y, para colmo, acaba de descubrir que la noticia de su detención ha copado las primeras páginas de la prensa. Esto solo lo ha angustiado aún más, sintiendo que su vida se desmorona ante sus ojos.
En una conversación tensa y fría, don Pedro le presenta a Andrés una solución, o más bien una amenaza disfrazada de ayuda. Le ofrece una forma de aliviar la situación de su familia y las Perfumerías de la Reina, sugiriéndole que se deshaga de todas sus acciones en la empresa. Si lo hace, podría desvincularse de todo el escándalo que su detención ha causado. Sin embargo, para Andrés, esta propuesta es un golpe bajo. Renunciar a la empresa sería un acto de desesperación que lo haría parecer culpable del crimen que no cometió. Desprenderse de sus acciones sería una confirmación tácita de su culpabilidad, algo que no puede permitir bajo ninguna circunstancia.
Don Pedro, implacable, le suelta unas palabras frías y crueles: “Nadie quiere escoria cerca”. De forma descarada, le deja claro que está satisfecho con la situación de Andrés, disfrutando de la desgracia ajena sin remordimientos. La amenaza es clara: si Andrés no acepta vender sus acciones, Pedro lo echará de la empresa, dejándolo sin ningún futuro y, en la práctica, alejándolo aún más de su familia y su vida anterior.
Andrés se ve atrapado entre dos fuerzas destructivas: su propio deseo de mantener su honor y su familia, y la presión de un hombre sin escrúpulos que busca manipular la situación a su favor. El joven no sabe cómo salir de este dilema, y la amenaza de Pedro de arruinarlo completamente parece más real que nunca. ¿Podrá Andrés resistir la presión y demostrar su inocencia, o cederá ante las demandas de don Pedro y renunciará a todo lo que ha conocido? La pregunta queda en el aire, mientras Andrés lucha por mantenerse firme frente a las adversidades, aunque cada día que pasa en prisión lo acerca más a una posible derrota.